Muy mal tiene que estar
la Denver Carrington para que Blake siente en su kilométrica mesa a unos
pobretones como Walter y su ex empleado y rival Matthew. Pero Carrington se
traga el orgullo y les invita formalmente a una cena de gala en su mansión a la
que asistirán los hombres más poderosos de la industria petrolífera.
Los sobres de Barcenas, versión 1980
La
reacción de los dos socios es muy diferente, y aunque Walter no olvida que no
hace tanto le tiró a los perros parece encantado, mientras que a Matthew no le
hace ninguna gracia. Claudia piensa que no quiere ir por temor a que ella
vuelva a perder una tuerca y le avergüence en público, algo muy exagerado desde
que Claudia se toma la medicación. Si puede convivir con su insoportable hija
Lindsay sin perder la cabeza, seguro que puede asistir a una cena sin lanzar
los platos como si fuesen frisbees (SPOILER: Eso lo hará otra de las
protagonistas en el futuro).
"Tranqui cariño, prometo no ponerme a bailar encima de la mesa"
Lo que en realidad incomoda a Matthew es que si va
a la mansión volverá a ver a su amada Krystle y sabe que en realidad lo que
Blake pretende es echar “la garra” a sus concesiones petrolíferas.
Pero mientras Matthew
se calienta la cabeza con ese reencuentro, Krystle ni se acuerda de él, debe
enfrentarse a las duras obligaciones de ser la Sra. Carrington… como una
renovación completa de todo su vestuario que le detalla un tal Beaumont con un
acento francés de la escuela de Pierre Nodoyuna. Como Krystle todavía piensa
como la secretaria de Ohio que hasta hace poco ha sido, lo que menos le importa
son los vestidos, lo que le preocupa es el coste total de todo eso y se atreve
a preguntarlo.
"¡¡¡100.000 dólares!!! ¡¡¡Me espero a las rebajas!!!"
Escandalizada por semejante derroche le pide a Beaumont que
vuelva en otro momento porque quiere hablarlo con su marido. Siempre pendiente
de todo lo que pasa en las 48 habitaciones de la mansión, Fallon se cuela en la
habitación de Krystle para darle a la inculta de su madrastra otra de sus
lecciones sobre como funcionan los ricos en época de crisis, lo suficiente para
evitar que se ponga en ridículo y se burlen de ella… y de rebote su padre. En
resumen, según Fallon, los pobres son pobres porque no consumen (¿eing?) y el
juego tiene un nombre: “millón de dólares tirado al mar”. Para la gran cena, Blake
espera a gente muy importante (y muy chismosa) y por todo lo que vean –el
banquete, el servicio o como visten su mujer e hija- conocerán el estado de su
fortuna y decidirán si deben ayudarle. Krystle entiende el mensaje, así que ya
sabéis lo que hay que hacer para salir de la crisis… ¡Que alguien se lo cuente
a Rajoy… y a la Merkel!
¡Aprende Krystle: antes muerta, que
pobre!
Krystle se queda más
ancha que larga, y en pleno subidón de ricachona hasta pone en su sitio al
estirado mayordomo Joseph, modificando la posición en la mesa de los Blaisdel y
amenazándole con un despido por ser un impertinente, pero luego le felicita por
su trabajo… Una de cal y otra de arena, tal y como su amantísimo esposo le
enseñó en el episodio anterior. Blake está encantado con sus progresos y le
regala un collar de esmeraldas para la cena que hará que se le atraganten
algunas cenas venideras.
"¡¡La Hos... Cuando las vea Doris se va a poner más verde que estos pedruscos!!"
En la cena Walter se lo
pasa de miedo sintiéndose uno más entre todos esos magnates, pero por la cara
que pone Matthew, preferiría estar en “un banquete de caníbales” antes que
allí, rodeado de todas esas hienas riéndose con sus malos chistes. Claudia se
da cuenta de que Matthew no le quita los ojos de encima a Krystle y cansada de
sentirse como un jarrón más de la mansión decide aislarse en la habitación más
cercana, que es la biblioteca, donde Steven, ajeno al “zoológico de
millonarios”, pasa el rato aumentando sus dioptrías mientras lee a la luz del
fuego de la chimenea. Steven le pregunta a Claudia “¿Todos los locos están en el manicomio o la mayoría de los locos
pretenden ser políticos o psiquiatras?”
Te estoy llamando loca... pero de buen rollo ¿eh?
Como Claudia ha pasado una
temporada en un sanatorio mental debe ser la persona ideal para preguntárselo.
Pero ella no se ofende, incluso le parece encantador que Steven diga las cosas
de forma tan abierta. Para arreglarlo, Steven la convence de que ser una
perturbada no es tan malo y “está en buena compañía” recordándole a otros
célebres locos como Nijinski o Dostoievsky. En ese momento de curiosa comunión entre “personas especiales” Steven le
regala un libro de Emily Dickinson, que siempre es mejor que una camiseta que
diga “Fui a la mansión de mi amigo gay y solo me traje esta camiseta”.
En la fiesta que se
celebra tras la cena, Cecil asegura a Blake que le hará un “préstamo de buena
voluntad” como símbolo de su amistad y ante la perspectiva de ser consuegros
muy pronto.
Jeff persiguiendo patéticamente a Fallon toda la noche
Fallon está hasta el moño de Jeff, pegado a ella toda la noche con
sus aburridos comentarios y aunque lleva un vestido rojo muy ventilado, tan
abierto por la espalda que casi enseña donde la misma pierde su nombre, necesita “Tomar aire, ¡MUCHO AIRE!”pero Cecil le baja los humos y le recuerda su pacto.
"¡Tienes la espalda bien ventilada,
así que menos aires y más sobrino!"
así que menos aires y más sobrino!"
Como la niña rica que es, y siendo sábado noche, sugiere
coger el jet de papá para irse de juerga a Nueva Orleans, pero Jeff le dice que
tiene que ir a trabajar el lunes. “¡Pues
trabaja el martes!” le contesta Fallon sin lograr convencer al sosainas. Al
final acaban divirtiendose un poco más cerca… en el jardín de la mansión. Para
poder soportarle, Fallon se fuma un porro con él. Jeff está
escandalizado por si les ven, pero ella le tranquiliza: “No temas, tengo de sobra para todos”. Histérico, Jeff le detalla
todos los males de la marihuana, y aunque no lo diga, Fallon está deseando
ahogarle en la fuente que tienen a su espalda, pero se limita a pedirle que
de una calada (a ver si así se calla un poquito).
Amparo, ¿tas fumaó un porro?
No muy lejos de allí,
Krystle le enseña los jardines de la mansión a Matthew, intentando convencerle
para que le venda su pozo a Blake después de que este le dijese que era lo que
más le convenía. Pero Matthew se lo toma muy mal y le pregunta si se ha
convertido en una puta para Blake.
Bienvenidos al burdel Carrington
Una dolida Krystle se sorprende de que la odie
tanto, pero Matthew todavía la deja más patidifusa cuando le confiesa que no la
odia, la ama… desde siempre. Krystle no puede creer que le mintiese antes de la
boda y no le diese la oportunidad de elegir. “No soy una niña Matthew, soy una mujer, y tengo derecho a tomar mis
propias decisiones” le suelta Krystle sin darse cuenta de que Fallon lo ha
escuchado todo detrás de unos arbolillos y el pelmazo de Jeff está todavía más
irritante, riéndose por el subidón de la hierba.
Matthew vuelve a la
fiesta para despedirse de todos y para llevarse a Walter del brazo antes de que
firme lo que no debe, dejando claro a todos que no piensa venderles nada. Cuando Cecil le dice a Blake que espera que cosas como esa no se conviertan en
una epidemia, el magnate le asegura que no va a parar hasta que haya hundido a
Matthew.
Blake, te acaban de mandar a la mierda...
Naked Pool Party! ¡Ahora si que estamos fresquitos!
Justo en ese momento
Joseph tiene un problema que solo la señora de la casa puede resolver: los
emporrados Fallon y Jeff se están bañando completamente desnudos en la piscina,
riéndose como dos críos. Krystle les ordena que salgan del agua y Fallon se lo
toma a cachondeo “¡¡¡Oh, oh, deprisa
niños es la dama del orfanato!!!” Cuando Krystle amenaza con decírselo a su
padre, Fallon sale y le planta cara. “No
creo que hayas estado muy discreta” le recrimina Krystle. Justo lo que
Fallon esperaba para escupirle todo su veneno recitando las frases que acaba de
escuchar en boca de Krystle y Matthew, no piensa recibir sermones de una mujer
a la que su ex amante le acaba de confesar su amor eterno en la casa de su
marido.
"¡Chupaté esa Doña Hipócrita!"
CONTINUARÁ...
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