sábado, 26 de septiembre de 2015

Episodio 15: El tongo


Después de tantos interrogatorios, recesos, perjurios, circo y  regresos sorpresa, llega el gran día para Blake Carrington y toda la familia acude a los tribunales para escuchar el veredicto del jurado: Steven es culpable de homosexualidad…

 ¡¡¡¿Queeee?!!! ¡Que esto es un juicio contra mi padre!

¿Qué el juicio era contra Blake Carrington y no Steven? Es que teniendo en cuenta los testimonios y la manera en la que se desarrolló parecía que juzgaban al Carrington hijo por ser gay. Pues nada, que el jurado lea el veredicto por las acciones de Blake: ¡¡¡También culpable!!! Aparte de que ya sabemos que es culpable de homofobia... ahora culpable de homicidio voluntario. El sistema judicial estadounidense es más instantáneo que el Nescafé –al menos en la tele- y las sentencias son inmediatas, así que el Juez condena a Blake a… ¿A la silla eléctrica? ¿A cadena perpetua? A dos años de reclusión en la prisión estatal (¡y luego dicen de la justicia española!) pero por recomendación del jurado la suspenden y la sustituyen por libertad condicional en los que Blake tendrá que acudir periódicamente como un delincuente cualquiera de barrio marginal a visitar al oficial que vigila su cumplimiento y que en teoría le impediría salir del país en ese tiempo… Si, si, esperaos unos episodios y veréis que magnánima es la sentencia del homicida Blake Carrington.


¡¡¡NO!!! ¡Pero que pasa... pero que invento es estooooo!

De momento Blake no se toma nada bien el veredicto de culpabilidad y se pone a berrar como un basilisco diciendo que es inocente, aunque su abogado Andrew le aconseja que se calle y acepte la sentencia. ¡Caso cerrado!
Lo malo es que aunque salen por la puerta trasera para eludir a los medios de información, un espabilado periodista de gafas imposibles le está esperando y Blake acaba de perder la paciencia... ¡Nada aconsejable para su imagen pública y empresarial tras ser condenado!


 ¡Periodistucho, esas manos, que yo no soy la Pantoja!


Mientras, Claudia se despierta para verse atada de pies y manos a la cama del hospital, que debe ser la manera que tienen en Denver para que no se les escapen los enfermos (¡y nos quejamos de la Seguridad Social!). Al verse así la pobre se piensa que la han vuelto a meter en el sanatorio mental, pero el médico la tranquiliza y le insinúa que la han sedado y la tiene atada para que no se escapen. ¡Claro, ahora Claudia ya puede quedarse más tranquila! Sobre todo cuando le dicen que las facturas del hospital las paga Blake Carrington. Claudia solo puede pensar en recuperar a su hija y cuando el médico se ha ido llama a su suegra para preguntarle donde se ha ido Matthew. Pero la mujer se comporta como una típica suegra que no le perdona los cuernos que le puso a su hijo y le niega el derecho a Claudia a ver a su propia hija. Cuando finalmente, Steven visita a Claudia -¡que ya era hora!- ella no le quiere ni ver y prefiere estar sola. 

Hoy no es el día de Steven, porque horas antes, cuando se dirigió a su padre recién escuchado el veredicto, Blake no quiso hablar con él y le acusó de haberse salido con la suya. Steven… sin Ted, sin Claudia, sin Blake y sin Fallon, vas a tener que hablar con las paredes. Lo único que Steven pudo decirle a Claudia en el hospital no era precisamente para animarla: “He tenido dos amores, Ted y tú. A él le costó la vida y he deshecho la tuya”. ¡Bravo Steven, eres la alegría de la huerta! ¿Te extraña que no quieran ni verte?

 ¡Y dicen que Steven Carrington es un buen partido!

La noche tras la sentencia, todos los Carrington tienen insomnio. Fallon se pone a cocinar bollos de avena porque es lo que acostumbra a hacer cada vez que acusan a su padre de asesinato –¡imaginamos que es la típica frase ocurrente de Fallon, pero quien sabe!- y se permite considerarse junto con Joseph los únicos que quieren a Blake en esa enorme mansión. ¡A la pobre Krystle que la zurzan! Cuando en realidad es la única que esta con él, compartiendo una copa de coñac. Blake ha recapacitado y concluye que siempre se le ha soltado la mano con facilidad, pero eso va a cambiar a partir de ahora. A Krystle le llega tan adentro que decide volver a la cama de Blake, por amor, no por compasión. Al día siguiente, para no perder la costumbre, Fallon ya le está esperando en la puerta para aguarle la reconciliación: 


 “¡Oh! ¿Volvemos a lo de antes o has entrado a zurcirle los calcetines?”


Lo bien que le arreglaría Michael el cacharro a Fallon... 
¡Que está que echa humo!

Y si la relación de Fallon con Krystle sigue siendo más fría que el culo de Olaf, su matrimonio con Jeff va igual de bien. Por eso quiere localizar a Michael, el chofer, para que le revise el co… che, sin saber que ha sido despedido por Blake, desde ahora el guardián de los grandes valores… Menos mal que Fallon sigue sin morderse la lengua: ¡Que tanta moralidad venga de alguien que acaba de ser condenado por homicidio ya lo dice todo! 

 Venga papiiii, traeme a mi semental... estooo... chofer

Pero Fallon no es el único problema para Blake. Sus esposas son peores. Alexis le visita en sus oficinas para decirle que no debería hacer pagar a Steven el odio que siente hacia ella y Krystle intenta que padre e hijo firmen una tregua, pero le sale el tiro por la culata cuando Blake vuelve a las viejas costumbres e intenta imponerle su forma de ver todo lo ocurrido desde la noche en que Ted murió. Cuando el magnánimo patriarca le dice que estaría dispuesto a perdonarle por testificar en su contra, Steven pierde la paciencia y le dice que no necesita su perdón y debería ser Blake quien se lo pidiese, aunque no vaya a dárselo. Cuando se ha marchado, Blake le dice a Krystle que sabía que no funcionaría, pero ella le da la espalda y le hace ver que a pesar de sus promesas no ha cambiado.


No es raro que Krystle le de la espalda, porque tras su discusión con Fallon por el chofer y “semental casero”, Blake le había dicho que deseaba no haber tenido hijos y reconocía su error por haberla forzado a tener un hijo. ¡Que sutil! ¡Debe formar parte de su nueva función como guardián de la moral, porque para todos los espectadores aquello fue una violación! El caso es que Blake reconoce que Krystle tenía razón y no debían tener hijos. ¡Tan inoportuno como siempre Blake! Si en vez de mirarte el ombligo te hubieses fijado un poco en los que te rodean, hubieses visto que Krystle no se encontraba bien desde hace días y eso solo quiere decir una cosa: que está preñada. Finalmente, Krystle lo confiesa cuando se desmaya.


¡Estoy preñaaaaaaaaaaaaaaaaaá... A mi edaaaaaaaaá!

Y si el problema de Steven sigue sin solucionarse, el de Alexis tampoco tiene indicios de resolución. No solo no se vuelve a Acapulco -no hasta que haya arreglado sus “asuntos”- sino que tras visitar su viejo estudio –que por las telarañas y polvo que tiene no lo han pisado ninguno de los sirvientes de la mansión en años- parece que le entra la morriña.

 ¡Anda Joseph, que ya podrías haber pasado un plumero en 15 años!

Joseph acude para plantarle cara a su ex jefa y prácticamente le confiesa que la ha estado vigilando y conserva un álbum de recortes de revistas que recoge todos los escándalos en los que se ha visto implicada durante su exilio. A Alexis le hace mucha gracia el mayordomo y le insinúa si se ha estado masturbando todas las noches leyendo esos chismes. “¡Oh Joseph, no me digas que lees esa basura! ¿Lo haces? ¿A solas, de noche, en la cama? 

¡Pobre solitario Joseph, sigues siendo el impotente mirón!
Me encantará ver el álbum, envíamelo”

En cualquier caso, Joseph no tendrá que mandárselo muy lejos e incluso podrá seguir observándola muy, muy de cerca, porque al final Alexis decide acabar con aquella morriña y decide mudarse al viejo estudio ante la mirada estupefacta de Blake, que no puede hacer nada porque se lo regaló cuando estaban casados. "¡Este estudio es mío, llave, cerrojo y puerta!"

Alexis: de ex-esposa a OKUPA¡A ver quien la echa ahora de la mansión!
¡No, Aaron y Douglas tampoco podrán... aún siendo los productores!

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