lunes, 28 de marzo de 2016

Capítulo 22: El psiquiatra de las Señoras Carrington



El episodio comienza con Blake de camino a Roma y el Concorde aterrizando al son de un mix entre el tema de Dinastía y la Marsellesa, por eso sabemos que ha llegado a Paris… y por el poster junto a la cabina telefónica que el magnate utiliza para llamar a su esposa y recordarle cuanto la quiere… Aprovecha también para volver a darle la tabarra con el Dr. Toscani, empeñado en que haga terapia. A Krystle, que ya estaba molesta por su repentino viaje, no le hace ninguna gracia “He perdido un hijo, no la cabeza” le replica antes de colgar.

Aeropuerto de Paris… minúsculo y repleto de tópicos (solo falta el mimo) 

El buen doctor recibe de buena mañana la visita de la acosadora enamorada Fallon, que dice necesitarle “para resolver su problema”. Desde que su marido, Jeff se ha enterado de que piensa abortar está dispuesto a hacer lo que sea para detenerla, así que necesita otro doctor para llevarlo a cabo en Nueva York. Nick se niega. Pero hay algo que a Fallon le cabrea más que la incomprensión del italiano: la llamada de Krystle pidiendo una cita con él. Consumida por los celos piensa que la rubia no ha podido esperar ni a que su padre llegue a Roma para meterse en la cama del psiquiatra y le sugiere un negocio: “Deberías poner una consulta… solo para las señoras Carrington. O mejor aún ponla en casa”. Harto de sus impertinencias, Toscani la echa de malas maneras de su casa.

 A Fallon no le gusta ver a Krystle ni en pintura... escucharla tampoco


Blake llega por fin a Roma y una seductora Alexis le da la bienvenida en su suite del hotel… pero Rashid no está allí. Se ha tenido que marchar urgentemente a su exótico país y tendrán que reunirse con él en su villa italiana al día siguiente. Conociendo a su ex, Blake no se fía de ella, pero la sibilina Alexis le recuerda que está en una situación delicada y debe mantener su reunión en secreto si quiere recuperar los petroleros. Nadie debe saberlo, ni siquiera Krystle, la “adorable esposa nº 2” como la llama ella. Para él es la número 1, pero Alexis decide acabar con la tensa conversación ofreciéndole una copa de champan. 

La esposa nº 1 empieza a estar hasta el moño de la nº 2

Mientras tanto, en Denver, el cada vez menos gay Steven, que ha cambiado su Lamborghini (es un coche, no un plato de pasta) por una camioneta para reflejar su heterosexualización, se siente irremediablemente atraído por la mecánica Sammy Jo cuando trastea con el motor. Resulta que le ha preparado otra carrera a Steven y esta vez va a ganar. Nunca hubiésemos pensado que un cambio de aceite sería más romántico que una cena con flores, pero Steven besa apasionadamente a Sammy Jo en cuanto le cuenta todo lo que ha hecho con su camioneta.

Amor al primer embrague… ¡y Steven ya no pierde aceite!


Con su tía tampoco lo tiene muy difícil para engatusarla, aunque no necesite repasarle el motor para hacer de su visita temporal una estancia permanente en la mansión. Aunque la sobrina de Krystle, Sammy Jo, llegó como una inocente jovencita con patines y una afición extrema a deslizarse por las barandillas, parece ser que le han bastado unas semanas en la mansión para convertirse en una zorra sobre ruedas. Cuando Krystle le sugiere estudiar secretariado, su “dulce” sobrina le dice que lo pensará, pero en cuanto sale de la habitación vemos que no tiene ninguna intención de apretar los codos… más bien de abrirse de piernas para cazar a Steven.

"No hay nada malo en ser secretaria… 
si pescas un marido rico y consigues una mansión"

Cuando Krystle recibe una llamada de Blake desde la villa italiana para decirle que va a alargar su estancia en Roma, se queda extrañada por sus elusivas, pero ni imagina que Alexis está haciendo de las suyas pagando a un paparazzo para que le haga unas fotos mientras Blake le pone cremita en la espalda. "Grazie, Mario! Molto, molto bene!" Al final Alexis no será tan lista como pensábamos ¡la Preysler cobra por salir en las revistas y ella en cambio paga!

¡La “Hello” se va a forrar con esta exclusivaza!

Jeff sigue consultando que posibilidades legales tiene para impedir que Fallon aborte, cuando Claudia entra para que le firme unos documentos. Jeff habla con Claudia sobre “el problema de su amigo” y ella le dice que es posible que si esa mujer no quiere tener un hijo con su marido puede ser porque no esté segura de que la quiera. Jeff llega dispuesto a arreglar las cosas con Fallon, pero comete un grave error… ¡¡¡interrumpirla cuando está viendo su culebrón favorito!!! ¿A quién se le ocurre? 

Los ricos también lloran (viendo culebrones)

Fallon pasa de arreglar nada, solo quería ese niño por competir con Krystle, pero ahora que se ha retirado de la competición ya no lo quiere. Jeff insiste, pero ella le dice que nunca le ha amado (SPOILER: Dentro de un par de temporadas se olvidarán de esto) y se casó con él por conveniencia. A Jeff le entran ganas de estrangularla… ¡y eso que ya sabía la verdad de su matrimonio desde hace varios episodios!

 No, no es Lawrence de Arabia, es Rashid Ahmed

Rashid llega a la villa… con tres días de retraso, para darle tiempo a Alexis a hacer sus maldades. Se hace el duro a la hora de negociar la liberación de los petroleros con Blake, pero le sale el tiro por la culata cuando el magnate le hace ver que le interesa tanto deshacerse de ese petróleo como a la Denver Carrington comprárselo. Al final lo consigue por la mitad del precio que pedía Ahmed, porque Blake es capaz de venderle hielo a los esquimales y en una serie americana los árabes venderían a su madre por un camello. Antes de marcharse, se despide muy cariñosamente Alexis y le presta la villa para que pueda completar su plan.

Con esas lorzas, Alexis no hace la dieta de los postres de la pag.59

Un plan que da sus primeros frutos en Denver cuando Krystle ojea una de esas revistas que nunca llegan a la mansión pero si a la sala de espera del Dr. Toscani. ¡Si que debía ser toda una exclusiva cuando ha salido en portada en apenas tres días! “MAGNATE DEL PETROLEO Y SU EX: ¿ROMANCE EN ITALIA?” con la foto de Blake frotándole la espalda a una Alexis en bañador. Krystle sale corriendo y llorando, pero Nick la sigue y la convence para que la acompañe hasta su casa para cenar un plato de pasta. ¡A los demás pacientes que los zurzan! ¡O que vuelvan mañana!


Antes de comprobar si Alexis consigue triunfar esa noche en la villa italiana, asistimos por fin a la emocionante carrera de coches del no-gay Steven, que por supuesto gana gracias a las manos grasientas de la nueva zorra-sobre-ruedas y está tan excitado y tan enamorado… ¡que la invita a pasar la noche con él en su cabaña!


Uy, uy, uy Blake… cuidadito con lo que se acerca por detrás.

Ahora sí, es de noche y Blake se regodea en batín de seda respirando el olor de los jazmines romanos cuando se le acerca por detrás una sibilina Alexis en deshabillé para recordarle los años mozos en el que era aquél emprendedor sin miedo que la enamoró con su saber hacer en los negocios. Porque Blake será un lince con los negocios, pero en lo que es las mujeres… no las ve venir, y mira que Alexis prácticamente llevaba un cartel de neon sobre la cabeza con sus intenciones. 

¿¡Lo ves!? ¡Si te estábamos avisando!

En Denver también ha caído la noche y Krystle marea los espaguetis en el plato que le ha servido el Dr. Toscani, imaginando lo que Blake y Alexis deben estar haciendo en Roma sin saber que acierta de pleno. O no… porque tras el beso Alexis invitaba a Blake a que la viese más de cerca con ojos de cordera degollada y cortaban la escena ahí. Cuando Krystle vuelve ver la dichosa foto de la revista, se pone a llorar y Nick le dice que Blake no merece sus lágrimas. Krystle quiere irse a casa por miedo a lo que podría hacer si se quedase allí, así que Nick la anima a quedarse y los dos se besan… ¡Quién nos lo iba a decir, al final Fallon tenía razón y la rubia le está levantando al italiano!

CONTINUARÁ…