domingo, 11 de enero de 2015

Episodio 9: La paliza al chofer



¡Michael, Michael! Si es que te lo venías buscando desde el primer capítulo, y con un jefe como Blake Carrington estabas jugando con fuego. Si es capaz de violar a su santa esposa por tomar la píldora o de tirarle los perros a su rival en los negocios… ¡que no sería capaz de hacer con uno de sus empleados! Pero vamos por partes…

Representación del entusiasmo de Fallon por 
Jeff tras dos semanas fuera...


Al comienzo del episodio vemos que Jeff ha vuelto a la ciudad desde París y viene con regalos para todos, se le acabó la buena vida a Fallon, que tiene que volver al lecho conyugal y dejar el del chofer. Pero lo que menos le gusta de todo es que vuelva con intenciones de que se muden a Nueva Orleans, donde Jeff podría dirigir su propia oficina. Y no es que Fallon no pueda permitirse independizarse y pagar la hipoteca de una casita, pero se niega a abandonar la mansión donde nació… y donde el servicio le hace todo. Si, sobre todo el chofer, que le hace algo más llevarla en la limusina cuando Jeff no está.
El normalmente impasible Jeff pierde los nervios y le dice a Fallon que lo que le pasa es que quiere a Blake sobre todas las cosas. ¡Si tanto le quiere ¿Por qué no se casa con él?! acaba gritándole. Y aunque realmente sea una niña mimada, a Fallon no le gusta nada que le digan esas cosas, así que coge las de Villadiego, o las de Villadenver y se lleva el coche de Jeff… (Spoiler: Esto se convertirá en una nefasta costumbre de Fallon a la mínima insinuación incestuosa). “¿Se ha marchado?” le pregunta Blake, y Jeff responde: “¡Quería tomar el aire!”
Pero cuando lleva apenas unos metros recorridos, Fallon cambia de opinión y da la vuelta para ir a buscar a Michael… y no precisamente para que la lleve a la ciudad a tomar el aire.

Fallon requiriendo los servicios del chofer a medianoche

Es precisamente por este "servicio extra" que Blake envía a sus matones para que le den una paliza. Y no podían hacerlo de noche y discretamente no, lo hacen interceptando la limusina cuando Michael llevaba a Krystle y Fallon a una cita social. 

Michael con su cara nueva recién estrenada...

Las dos mujeres se quedan horrorizadas, y aunque Michael disimula y dice que ha sido algo personal por unas deudas de juego, Fallon sabe que es su padre quien lo ha ordenado y le planta cara. Blake no lo niega y le recuerda que debe hacer funcionar su matrimonio con Jeff. Krystle, por supuesto, no se entera de nada…

 Si Blake tiene que pegar a todos los hombres que se
 han acostado con Fallon, tendrá mucho trabajo...

Antes de recibir la paliza, Michael había prestado otro de sus servicios a Blake… ¡NO, no de la clase de los que presta a Fallon, que como ya sabéis Blake Carrington no soporta a los “invertidos”! Uno de aquellos de correveydile que le cuesta la módica cantidad de 325 dólares. Michael se había enterado gracias a su amante, la secretaria más cotilla de todo Denver, de que Steven ha estado viendo a una mujer: Claudia Blaisdel. Como se enteró la secretaria es todo un misterio, pero bueno, el caso es que el asunto llega a oídos de Blake y se muestra satisfecho, porque por fin su hijo se acuesta con mujeres y no con acosadores de Nueva York. Así que cuando ve a Steven con las maletas para mudarse a un apartamento en el centro no se enfada tanto, y cuando le dice que va a trabajar en la refinería de la Denver-Carrington hasta se alegra. Le parece tan bien que de repente Steven sea tan heterosexual –en lo personal y en lo laboral- que le pide a Krystle que le compre un regalo.

"Buen chico... Krystle dale un terrón de azucar. ¿Que es
esa cosa que tienes ahí detrás?" 
 ¡Oh no, esa cosa sigue ahí! ¿Será un león de la Alhambra?

Steven quiere demostrarle a Claudia que está tan colgado de ella que va a verla a la librería donde trabaja para decírselo, aunque ella se siente culpable por haber engañado a Matthew, sabiendo que podría acabar de destruir su matrimonio. 

La niña del visillo en acción...

Encima, y como no podía ser de otra forma con la niña del visillo Lindsay, las cosas se complican cuando la repelente adolescente sospecha que su madre y Steven son amantes. Para espiarles, engatusa a Christopher, aquél chico que intentó meterle la lengua hasta el esófago episodios atrás, cuando tenían que ensayar una obra… pero todo acaba con sus lloros histéricos y con el joven preguntándose para que quedaría con esta chalada otra vez.

Christopher aprovechando la ocasión mientras Lindsay
demuestra patéticamente sus habilidades de espía...

Una vez más, Lindsay saca su lado “drama queen” e incapaz de aceptar la verdad coge un autobús que le lleva hasta la casa de Walter. Este avisa a Matthew y Claudia, para que no se preocupen y sin saberlo evita que el matrimonio se tire los platos por la cabeza, en medio de una acalorada trifulca. Cuando por fin llegan a casa de Walter para recogerla, a la niña le da por correr la maratón de Denver y Matthew sale tras ella. Cuando la alcanza le asegura que todo va a salir bien y que conseguirá que deje de llorar por todo vuelvan a ser una familia unida. Claudia intenta ponerle una chaqueta encima, pero Lindsay se la quita, le devuelve una mirada de odio y se va por su propio pie en plan digna. 

Lindsay a punto de echar un vomitajo verde sobre Claudia 

Matthew se queda con una cara peor que la de su hija y… no, ya no pone CONTINUARÁ, a partir de ahora es evidente que la serie sigue, pero ya no nos lo recordarán al final de cada episodio. La imagen se congela con los nombres de los productores ejecutivos (y creadores): ESTHER Y RICHARD SHAPIRO.  


El CONTINUARÁ me gustaba más, le daba un toque de serial clásico…

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